KIRGUISTÁN - La "Revolución de los Tulipanes" se convierte en rojo !
Kirguistán - La "Revolución de los Tulipanes" se convierte en rojo ! (Le Vif/L'Express,16 de abril de 2010) - Texto íntegro
Después de Ucrania, ahora le toca a Kirguizistán cambiar de piel.
Igual que otras antiguas repúblicas soviéticas después de la disolución de la URSS, en 1991, Kirguizistán ha conocido una « revolución de color »: como en otros lugares, los antiguos líderes comunistas, que permanecían bajo la influencia de Rusia, fueron derrocados, en nombre de la democracia y de la libertad, y sustituidos por dirigentes favorables a los intereses de la OTAN.
Hoy, sin embargo, es el presidente Kurmanbek Bakiev, llegado triunfalmente al poder en 2005, quien ha debido emprender la fuga, y en las calles, banderas rojas sustituyen ahora a las banderolas amarillas de la « revolución ».
La opinión pública en Kirguizistán, ¿será tan voluble como la de los Ucranianos que, solo hace algunos meses, el pasado febrero, relegaron a la oposición a los artífices de la « revolución naranja » a favor del antiguo presidente pro-ruso al que está última había perseguido?
O bien, como en Ucrania, ¿se habrán disipado completamente los efectos de la vasta máquina desplegada para provocar esta « revolución naranja» , permitiendo esta vez una verdadera « revolución », no solamente en la capital, sino también en todo el país, una revolución popular, violenta, armado, saldada con decenas de muertos y centenares de heridos?
Las « revoluciones de color », en efecto, ya sea en Serbia, en Georgia, Ucrania, Kirguizistán o en el Líbano, y más recientemente, véase, en Irán, han puesto todas en práctica la misma receta: un grupúsculo organizador financiado en el extranjero y sostenido logísticamente (ordenadores, abonos a internet, teléfonos móviles...). Formado por profesionales de la revolución, bajo la cobertura de ONG que intentan fomentar la democracia, como la célebre Freedom House, se definen por un color y un sencillo slogan.
Después, ese grupo crea el acontecimiento, difundido por los medios de comunicación nacionales y extranjeros, y moviliza a la mayor cantidad de gente posible mediante una militancia feroz, centrada en la capital, y las manifestaciones dan la impresión de que la población está mayoritariamente a favor del cambio.
La « revolución » estalla entonces, con ocasión de un fracaso electoral cuyos resultados son cuestionados por esta oposición inventada de la nada. Este fue el caso, en Kirguizistán, en febrero de 2005.
El objetivo: deshacerse de un gobierno hostil y sustituirlos por líderes amigos.
Estratégicamente perfectamente situado, en el centro de Asia central, antigua zona de influencia rusa poco a poco terreno ganado por la OTAN por medio de estas « revoluciones de color », Kirguizistán no ha escapado al proceso. Así, desde su elección en 2005, el presidente Bakiev había autorizado a los Estados Unidos a instalar en territorio kirguiz una base militar decisiva para llevar a cabo operaciones en el cercano Afganistán.
Pero la fórmula, parece ser, es inestable: a ejemplo de los Ucranianos, los Kirguises han puesto obstáculos a nos engranajes de la maquinaria atlantista.
Sin perder un instante, el gobierno provisional que ha constituido en Bichkek, la capital, ha pedido ayuda a Rusia para restablecer el orden en el país y reconstruir una economía deteriorada.
La « guerra fría » se ha acabado, pero Rusia, que no ha dicho su última palabra, pretende seguir siendo un actor mundial imprescindible, una potencia regional, al menos, y no acepta injerencias de la OTAN en las antiguas repúblicas soviéticas.
En la gran partida de ajedrez que enfrenta Vladimir Poutine y a la Casa Blanca, el Kremlin ya ha recuperado de dos peones.
Ahora, en Washington, se plantean dos preguntas : a corto plazo, ¿qué sucederá con los intereses atlantitas en Kiguizistán? A largo plazo, ¿quién será el siguiente?
Enlace(s) útile(s) : Le Vif/L'Express.
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